domingo, 30 de junio de 2013

El contexto cultural en el cuidado del adulto mayor

  




La aproximación de la muerte lleva consigo valores y practicas de origen culturales importantes a considerar, por ello en el cuidado del adulto mayor se debe: fomentar una atmósfera donde la expresión de la cultura es favorecida y celebrada; prevenir que ocurran situaciones que perturben al adulto mayor y familia; ayudar a asegurar el cuidado óptimo centrado en la persona.



1. Filosofía del cuidado paliativo: influencia cultural

La filosofía del cuidado paliativo está basada en la creencia que los individuos son personas únicas, valoradas en sí mismas hasta el momento de su muerte. Los deseos y necesidades de las personas deben ser respetados. Ciertos componentes importantes de la filosofía del cuidado paliativo pueden estar influidos por la cultura en términos de creencias, expectativas y familiaridad. Estas incluyen: el concepto de adulto mayor y familia como unidad de cuidado, aspectos físicos del cuidado incluyendo el control de síntomas, apoyo psicológico, dimensión ética y de valores, toma de decisiones y metas del cuidado, procesos del cuidado, expresiones de duelo y rituales.

2. Influencia de la herencia cultural en la práctica del cuidado

En lo que se refiere al control del dolor, la cultura puede influir en: la aceptabilidad de la expresión de dolor físico, la manera de expresar el dolor, el significado que se le da al dolor físico y al sufrimiento. En muchas ocasiones hay prejuicios contra el uso de analgésicos de tipo opioide por miedo a que altere la mente, cree adicción o sea mal visto. Adquiere importancia en este contexto el toque físico. Es importante considerar quién puede tocar a quién y en qué contexto (en algunas culturas el hombre no puede tocar a la mujer), que mano se usa (algunas culturas usan la mano derecha y la izquierda con diferentes funciones), si se puede tocar para proporcionar apoyo emocional, si ha de estar presente o no un familiar. La privacidad física, por ejemplo, puede ser muy importante para el adulto mayor en ciertas culturas. Para los musulmanes es importante poder encarar la Meca. En lo que se refiere a la nutrición, es importante considerar los tipos de comida que pueden ser comidos, quien puede preparar y servir la comida y de que forma, las prácticas habituales en el proceso de comer. En cuanto a las prácticas del aseo personal, las formas de baño, higiene y limpieza y finalmente otras terapias complementarias: plantas, masajes, rituales, oraciones, cantos, entre otros.

3. La comunicación

La variabilidad en el valor cultural que se da en decir la verdad al adulto mayor acerca de una enfermedad incurable puede ser una de las áreas más problemáticas del cuidado. Para algunas culturas no se debería decir la verdad al adulto mayor ya que solo serviría para molestarlo y hacerle perder esperanza. También depende de cada familia.

Un obstáculo grande se da cuando no se comparte la misma lengua. No todas las culturas hablan y comparten las emociones de la misma manera. También hay diferencias en las comunicaciones no verbales. Aun hablando la misma lengua, cuando esta es la segunda lengua para los dos, es posible que aun pronunciando bien los mismos vocablos, no incluyan los mismos contenidos psicológicos, ni los mismos significados.

En lo que se refiere a la familia y los amigos, pueden tener diferentes papeles en las diferentes culturas. Por ejemplo, puede variar: quien tiene la autoridad, lo que se espera del género, quien toma las decisiones, quien puede participar en encuentros familiares. Las culturas tienen diferentes expectativas sobre la calidad del cuidado de los agentes de salud y los proveedores de servicio social.



Fuente:
 Sgreccia, E. Anzianità e valori. Ed. Vita e Pensiero. Università Cattolica del sacro Cuore, Milano 1991.  

Espiritualidad y Envejecimiento









Espiritualidad


La espiritualidad significa algo diferente para cada persona. Al final de la vida, la espiritualidad puede ofrecer sentido y propósito a algo que de otro modo lo desafía. No solamente puede ayudar al adulto mayor, también es importante para el cuidador, la familia, el profesional y el voluntario, para ayudarlos a entender mejor la enfermedad y el significado del sufrimiento. En el contexto de la espiritualidad, uno aprende a reconocer el miedo a morir y asumir la realidad del decaimiento físico.

La espiritualidad puede ofrecer ayuda para encontrar lo que es permanente en un mundo que siempre cambia. Nos ofrece capacidad para perdonar. Nos ayuda a librarnos de la ansiedad acerca de lo que uno deseó pero no pudo vivir y acerca de los aspectos de la muerte que son temidos. Así como, a encontrar alegría en las relaciones con la familia y amigos del pasado y del presente. A experimentar, con humildad, satisfacción por lo conseguido y a tener esperanza en el Absoluto.

1. Desarrollo espiritual y envejecimiento

El desarrollo espiritual debe entenderse en el contexto del desarrollo integral, en el desarrollo de la personalidad a través de la vida, en el crecimiento más que en el decaimiento.

Un envejecimiento saludable incluye resolver el conflicto entre la integridad y la desesperanza, contribuir al desarrollo de la fortaleza de la sabiduría. La sabiduría mantiene y aprende a lograr la integridad en la vida, a pesar del declinar de las funciones corporales y mentales. Resolverlo es importante tanto para el crecimiento espiritual como psicológico. Adquiere importancia, en esta etapa de la vida, reflexionar sobre los valores que uno ha mantenido y defendido desde la infancia.

Nuestros sistemas de referencia y puntos de vista, que están hechos de creencias, actitudes, opiniones, sentimientos y juicios, quedan afectados según como damos sentido a la experiencia para guiar nuestras acciones. Se requiere un proceso de transformación del individuo y de la sociedad para desarrollar y promover un modelo integrado y saludable del envejecimiento que incorpore el bienestar físico, social, psicológico y espiritual.

2. Los funerales



Estos, incrementan el sentido de la realidad de la muerte, proveen una ocasión pública legítima para expresar y validar el duelo, proporcionan evidencia del valor del adulto mayor que falleció, apoyo social para los supervivientes, predictividad y organización en medio de una situación a veces incontrolable, una oportunidad para reflexionar sobre nuestra propia mortalidad, reafirman la identidad étnica o religiosa, enfatizan la cohesión de la familia, recuerdan a los sobrevivientes que la vida continúa, reafirma el orden social, ayudan a los niños a aprender acerca de la muerte y acerca del amor y apoyo que los seres humanos pueden darse entre sí en tiempos de crisis, son imagen de los valores y expectativas de una sociedad, proveen una oportunidad para examinar la naturaleza de la vida dentro de un grupo cultural.

En síntesis, los aspectos del duelo son: reconocer la realidad de la muerte, expresar la tristeza, recordar a la persona que murió, desarrollar un nuevo sentido de identidad, recibir apoyo de otros.

Fuente:

Rodríguez Yunta E. Espiritualidad del sufrimiento del enfermo de cáncer, Ed. Fundación Cultural Nacional Maximiano Errázuriz V. Santiago de Chile 2002 y Schafer Philipp. Spiritualità derlla terza età, Ed. Queriniana, Brescia (Italia) 2001.

El cuidado al final de la vida

 

 


Unir los conceptos del cuidado al final de la vida con los principios y prácticas de los cuidados paliativos y los proveedores de servicio social puede ofrecer al adulto mayor y su familia un espectro completo de oportunidades y opciones de tratamiento, apoyo y cuidado de la salud, que se extienda al periodo del duelo. El resultado final puede ser una mejor calidad de vida para el paciente y los cuidadores, libres de dolor innecesario, sufrimiento y discontinuidad en el cuidado.

El cuidado al final de la vida requiere una aproximación de compasión activa que trata, conforta y apoya individuos mayores que viven o se hayan en el proceso de morir de condiciones progresivas o crónicas. Tal cuidado, como ya decíamos al inicio, es sensible a los valores personales, culturales y espirituales, creencias y prácticas e incluye el apoyo a la familia y amigos hasta el periodo del duelo.

1. El cuidado de los cuidadores

Cuidar al adulto mayor al final de la vida puede causar estrés, pero muchas veces es una experiencia que reconforta. Ofrece oportunidades para demostrar amor y afecto, para potenciar la unidad y mejores relaciones en la familia, para reflexionar sobre el significado de la vida, el crecimiento personal y el autoconocimiento.

La mayor parte del cansancio del cuidador proviene de factores como la falta de tiempo personal, el tener que trabajar adicionalmente, y además los problemas de comportamiento que se producen en el paciente. Los cuidadores necesitan mejor apoyo del que normalmente reciben. Es importante reconocer que hay una diferencia entre el cuidador familiar y el profesional.

2. El duelo

El duelo es una reacción compleja emocional, cognitiva y perceptiva que acompaña la pérdida. Envuelve la separación dolorosa de alguien o algo que hemos amado mucho y duele profundamente. El duelo puede ocurrir antes y después de la muerte. La preparación psicológica y social previa a la muerte puede disminuir el impacto de la muerte y sus consecuencias. Es la vivencia de la separación de una parte de la vida a la que uno estaba existencial y espiritualmente apegado.

La recuperación después del duelo es el componente final, en cuanto sobrevivir la muerte de una persona amada y encontrar significado y propósito en la vida después de la muerte.

En la experiencia de la recuperación, después del duelo, hay diferencias de género. En la viudez, la mujer sufre más de depresión y visita más al médico, puede expresar mejor sus emociones, busca apoyo social. El hombre corre mayores riesgos de problemas de salud: suicidio, enfermedades cardiovasculares, accidentes, alcoholismo; evita confrontar sus sentimientos, habla menos de sus pérdidas y busca menos apoyo social.

3. Factores asociados con la depresión en el duelo en el adulto mayor

  • Sentido de culpabilidad.
  • Pensar que estaría mejor muerto o debería haber muerto con la persona fallecida.
  • Sentirse indigno.
  • Retardo psicomotor marcado.
  • Experiencias alucinatorias de ver transitoriamente la imagen de la persona fallecida.

4. Características de los agentes de salud proveedores de servicio social en el cuidado al final de la vida

Los agentes de salud y los proveedores de servicio social experimentan estrés emocional diariamente como resultado de experimentar la muerte progresiva del adulto mayor y su enfermedad.

Se puede obtener, sin embargo, satisfacción por el trabajo en los cuidados paliativos: valorar a cada individuo, experimentar la reciprocidad de dar y recibir en las relaciones, tener una buena comunicación con verdadero sentido y significado y ayudarse mutuamente, sentirse próximo al adulto mayor y compartir parte de lo que uno es; la oportunidad de hacer diferencia en la vida de otro.

Ayudar al adulto mayor a lograr la salud óptima capacitándolo para hacer todo lo que es capaz de hacer; ser capaces de dar opciones a los pacientes, reconociendo que ellos dirigen sus propias decisiones, así como, de personalizar el ambiente del hospital de forma que los pacientes puedan sentirse más en su casa.

Asistir a las familias de los pacientes para que aprendan a enfrentarse al cuidado de un familiar que se está muriendo en casa, aprendiendo, al mismo tiempo, de los pacientes y familia. Ser capaz de proveer a las familias de buenos recuerdos en medio de tiempos difíciles. Ayudar al paciente a encontrar significado al sufrimiento. Oportunidad de aprender habilidades y a desarrollarse como persona. Tener buenas relaciones y el apoyo de los colegas. Evaluar la propia mortalidad y sobre todo, examinar el significado de la vida propia.

Fuente:
Sgreccia, E. Anzianità e valori. Ed. Vita e Pensiero. Università Cattolica del sacro Cuore, Milano 1991

¿Vivir o morir bien?




En lo que se refiere al morir bien existen problemas en las siguientes áreas: abuso del cuidado (tratamientos y hospitalizaciones innecesarias y no deseadas, pruebas diagnósticas innecesarias) y carencia de cuidado (no paliar el dolor, llevarlo tarde al tratamiento, sacarlo del hospital prematuramente).

Para mejorar el cuidado al final de la vida hace falta: aliviar (controlar el dolor y otros síntomas), tomar decisiones (el uso o no de tratamientos de sostenimiento de la vida, poder elegir el cuidado que recibirá) y apoyo (social, espiritual, psicológico y emocional).

a) Principios del cuidado


  • Proyección: poder discernir decisiones con el adulto mayor antes de que sea demasiado tarde.
  • Apertura: capacidad de afrontar asuntos difíciles.
  • Honestidad: facilitar todos los detalles conocidos acerca de la enfermedad y su prognosis.
  • Autonomía: animar y ayudar al adulto mayor y su familia a tomar decisiones y actuar independientemente.

b) Morir bien

La habilidad del adulto mayor de morir bien depende en parte de la experiencia vivida anteriormente. Una consideración primaria es ver si el adulto mayor muere de la forma que prefiere. Las preferencias dependen de la personalidad, el género, la cultura, la clase social, el grupo étnico y las creencias espirituales.

Una buena muerte puede incluir: estar libre de dolor, haber resuelto conflictos pasados, satisfacer deseos finales, ser asistido por seres queridos, poder funcionar lo mejor posible.

c) Soporte social

  • Es un importante factor determinante de la salud a través de la vida.
  • Influye en la manera de ver el final de la vida.
  • Ayuda a encontrar formas de despedirse.
  • Proporciona una conexión con el pasado y puede ayudar a las personas a encontrar significado a su vida.
  • Para mejorar el soporte social hay que: animar a la familia y amigos en su función de apoyo reforzando el valor que tienen para el enfermo; facilitar oportunidades de socialización si es deseado; averiguar por qué se retiran miembros de la familia o amigos (miedos, ansiedades).

    d) Desafíos relacionados con el morir bien


1. Aislamiento
Puede resultar de la pérdida del papel que se ocupaba en la sociedad o la familia, o por frecuentes hospitalizaciones y restricciones debido a la enfermedad. El aislamiento ocurre por: falta de apoyo de la familia en la casa; miedo de producir ansiedad en los demás si habla.

La pérdida de esperanza puede crear aislamiento emocional; no informar al adulto mayor de su condición lo que impide el que pueda tomar sus propias decisiones; morir en el hospital u hospicio.

Algunas cosas se pueden hacer para reducir el aislamiento: dar información al paciente; facilitar recursos comunitarios; reforzar la importancia que tiene para la familia y la comunidad; facilitar el compartir con la familia experiencias, esperanzas y miedos.
2. Marginalización
Cuando un adulto mayor se está muriendo pero no ha sido referido a un programa de cuidados paliativos, puede no recibir servicios apropiados. Esto puede suceder porque la persona puede tener múltiples problemas de salud y mientras podría morir de cualquiera de ellos en cualquier momento, puede que no halla ninguna enfermedad específica que ponga en riesgo su vida.

3. Miedos y preocupaciones comunes al adulto mayor


Estos están influidos por: la cultura, el grado de soporte social, el conocimiento de la enfermedad y la experiencia pasada, pérdida de la independencia, ser una carga, perder control por deterioro físico o mental de no poderse librar del dolor, de perder la conciencia por sedación, de ser olvidado fácilmente, de sufrir indignamente, de la muerte y separación, de morir solo o sin nadie que lo quiera.

El adulto mayor tiende a pensar más acerca de la muerte y a aceptarla que el joven debido a las múltiples pérdidas por las que han pasado.

4. Encontrar significado y crecimiento personal
Cuando la persona siente que su vida tiene significado o importancia para otros se afronta la muerte con mayor calma y se puede evitar la depresión. El sentido de la muerte es experimentado de muchas maneras.

El morir ofrece importantes oportunidades para el crecimiento personal y relacional, la intimidad, la reconciliación.

El soporte y guía espiritual puede ser esencial cuando la persona afronta crisis que desafían su deseo de vivir y sus creencias espirituales. La expresión de la espiritualidad puede variar dependiendo de la raza, género, clase social, experiencia personal y comunitaria.

La mayor parte de los adultos mayores reflexionan sobre su sentido moral y experimentan un sentido de ser finitos, se identifican más con el pasado que con el futuro, aceptan la muerte y valoran el poder ejercer control sobre el final de su vida.

La revisión de la vida lleva a afrontar el significado que ha tenido para uno mismo y en relación con otros. Puede llevar a resolver conflictos y a perdonar.

El recordar puede llevar a transmitir lecciones aprendidas por experiencia.
¿Cómo ayudar al adulto mayor a encontrar sentido a su vida y a crecer personalmente?
Facilitar oportunidades de revisión de vida y de recuerdo; animar a expresar sentimientos, sueños, miedos, esperanzas, deseos y expectaciones. Escuchar al adulto mayor cuando expresa una necesidad de encontrar sentido a una experiencia y responder a preocupaciones de la forma que se sienta más confortable; animar al adulto mayor a ser autor de su propia vida, ayudarle a hacer buenas sus metas. El adulto mayor es viviente historia capaz de dar origen a las páginas más hermosas del pasado y del presente: libro en el que todos debiéramos leer.
5. Pérdida de control
En un tiempo en que ocurren muchos cambios incontrolables, es importante para el adulto mayor el mantener control sobre áreas que son todavía manejables. Un adulto mayor competente puede mantener control sobre decisiones sobre el tratamiento a seguir, calidad de vida y sobre ser sometido o no a sostenimiento vital, siempre que sea adecuadamente informado. La forma en que llevemos a cabo las cosas puede contribuir o no a que el adulto mayor mantenga un cierto control. Es importante entender sus valores y animarle a tomar parte en las decisiones. Un adulto mayor puede estar acostumbrado a obedecer al médico y no hacer preguntas.

Normas culturales pueden afectar al proceso de toma de decisiones. Algunas culturas no promueven la autonomía y el adulto mayor puede dejar las decisiones en manos de otros. Es importante tener en cuenta que puede estar tomando decisiones no en su interés propio sino para evitar ser una carga emocional o financiera a la familia.

Para ayudar al adulto mayor a mantener su control se debe: siempre pedir permiso antes de hacer algo, respetar decisiones, animar a tomarlas, respetar los valores del paciente, animar al diálogo, facilitar la discusión entre los miembros de la familia.
6. Financiamiento
Las preocupaciones financieras constituyen un elemento adicional de sufrimiento para el paciente y la familia. Las dificultades financieras pueden afectar las oportunidades posibles de cuidado. Se debe informar de recursos que tengan un costo mínimo y de los programas asistenciales disponibles
7. El cuidador, la familia y el adulto mayor
La salud precaria, la dependencia, el aislamiento y la carga sobre el cuidador son factores que pueden llevar a un incremento en la vulnerabilidad al abuso y negligencia en las manos del que cuida. Si el familiar da el cuidado por obligación o coerción, la relación queda negativamente afectada. Puede fomentar resentimiento en ambos el cuidador y el adulto mayor. El resentimiento puede también ocurrir si el cuidador experimenta pérdida de empleo o disminución de salario debido a sus responsabilidades. Muchos cuidadores son también adultos mayores y frágiles, lo cual aumenta la carga. La falta de habilidades puede llevar a un cuidado pobre o abusivo. Muchas instituciones no tienen adecuados recursos para proveer un cuidado efectivo al final de la vida.

Fuente:
‘Una sociedad para todas las edades’ en Primera reunión del Comité Técnico de la II Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento. 13-16 de junio del 2000. Frankfurt (Alemania).

Cuidado paliativo y geriátrico en el adulto mayor

 

Un cuidado óptimo del adulto mayor debe ser sensible a los valores personales, culturales y espirituales, las creencias y prácticas, y se extiende en el apoyo a la familia y amigos incluyendo el periodo de luto.

El cuidado paliativo es ya una clase especial del cuidado de la salud de individuos que padecen una enfermedad grave en estado avanzado y su familia. La meta en el cuidado paliativo es confortar y proteger la dignidad de la persona enferma, así como proveer la mejor calidad de vida posible para esta persona y su familia. La familia es quienquiera que el enfermo diga que es su familia; puede incluir parientes, compañeros y amigos.

Un objetivo importante del cuidado paliativo es aminorar el dolor y otros síntomas, no solo cubre necesidades físicas sino también psicológicas, sociales, culturales, emocionales y espirituales. El cuidado paliativo puede ser el mayor foco del cuidado cuando ya no es posible curar la enfermedad.

Los servicios del cuidado paliativo ayudan a las personas a vivir lo que les queda de vida con dignidad y lo más confortablemente posible. Una de las características más importantes del cuidado paliativo es reconocer que la muerte es inminente e inevitable, su propósito no es ni apresurar ni posponer la muerte.

El cuidado geriátrico se ocupa de las personas mayores de 65 años y cubre un amplio rango de tratamientos que va del cuidado intensivo al paliativo. Puede trabajar junto con el cuidado paliativo para cubrir las necesidades específicas del adulto mayor. Cuando la persona se encuentra en el proceso del morir son apropiados: el control de síntomas, la continuidad del cuidado en centros especializados, flexibilidad y trabajo multidisciplinario.

 Fuente:

National Advisory Committee Canada. The Interdepartamental Division of Geriatrics, Faculty of Medicine, University of Toronto. The School of Nursing o Health Sciences, University of Otawa. 2000.

Actitudes de los mayores ante la muerte





La persona mayor está preparada para la muerte sólo porque puede predecirse que la vida está aproximándose a su fin. Sin embargo, una adaptación emocional a un diagnóstico terminal puede ser tan difícil de aceptar como lo sería en el caso de una persona de 20 años. Muchos ancianos que viven en residencias creen que la muerte es el único futuro que les queda. Tan sólo desconocen el momento real. Las personas mayores tienden a fijarse objetivos a corto plazo, y a adoptar una filosofía de la vida que consiste en vivir el día a día. Mientras que los pacientes más jóvenes tienden a seguir realizando planes a largo plazo y a negar su pronóstico.

A muchas personas mayores les preocupa la carga que pueden representar para su familia, especialmente para el cónyuge anciano. Algunos mayores optan por ir a vivir a una residencia de ancianos, pues consideran que vivir con los hijos resulta destructivo para la familia. En cambio, los pacientes más jóvenes con enfermedades crónicas rara vez expresan su preocupación por el efecto que la enfermedad pueda tener en la familia.

Esberger (1980) ha realizado una compilación importante de lo que se ha escrito en torno a las actitudes de los ancianos ante la muerte. Esta compilación ha puesto de manifiesto que las personas mayores están más familiarizadas con la muerte, con los funerales y con los comentarios que las personas más jóvenes. También es más probable que hayan realizado preparativos con respecto a su propia muerte. Puede que incluso deseen la muerte si sus vidas adolecen de la falta de afecto y de interrelación personal. Además, los mayores se aferran con más fuerza a la tradición religiosa, y es más probable que crean en la vida después de la muerte más que las personas jóvenes. Oberst, Thomas, Goss y Ward (1989) advirtieron que los cuidadores de edad avanzada presentaban una mayor aceptación de la muerte y estaban más preparados a tratar positivamente con las exigencias que ésta les imponía.

Cualquiera que afronte la muerte experimenta algún tipo de miedo. Williams-Ziegler (1984) ha distinguido las tres causas principales de miedo: el miedo al dolor, el miedo a la soledad y el miedo al sin sentido. Algunos aspectos de estos tipos de miedo son exclusivos del paciente mayor.







Miedo al dolor


El miedo al dolor es universal. El dolor en la persona mayor es de algún modo diferente. Según Woodrow, et aL (1975), la tolerancia al dolor, medida por la presión en el tendón de Aquiles, disminuye a medida que aumenta la edad. Sin embargo, otros han advertido que a medida que las personas envejecen, su tolerancia al dolor en respuesta a los estímulos periféricos o de la piel en realidad aumenta. El dolor es subjetivo y causa temor, bien sea real o imaginado. El alivio del dolor es un objetivo primario en la asistencia de los pacientes en fase terminal. El personal de enfermería no debería asumir que los ancianos precisan siempre de menor medicación contra el dolor. Herr y Mobily (1991) advierten que los pacientes mayores pueden negar el dolor, bien porque no quieran admitir que su estado está empeorando, o porque no quieran parecer débiles ante los demás.

A medida que el paciente se aproxima a la muerte, la necesidad de narcóticos puede disminuir y podrá dormir durante largos períodos de tiempo. No se debe asumir que estos pacientes no tengan dolor sólo porque no se quejen. Pueden estar sufriendo considerablemente, pero encontrarse demasiado débiles para solicitar que se les suministre medicación. Un fallo cardiorrespiratorio puede causar una respiración lenta e irregular. Se les puede administrar narcóticos para prevenir el sufrimiento, incluso cuando exista un índice respiratorio bajo, si la muerte resulta inminente. Carey (1975) ha descubierto que el grado de desasosiego que experimenta el paciente en fase terminal se asocia negativamente con la capacidad del paciente para afrontar su esperanza limitada de vida. En otro estudio, Dobratz, et aL (1991) han demostrado que el 66 % de los sujetos tenía un dolor ascendente hasta el momento de la muerte. Este dolor exigía que se les suministrase cada vez dosis mayores de opiáceos, y se variase la vía de la administración. Por consiguiente, proporcionar el alivio necesario a los ancianos puede comportar el uso de muchas técnicas innovadoras de enfermería.






Miedo a la soledad




El miedo a la soledad se ve intensificado en el caso de los ancianos que mueren internos en una institución. Pueden demostrar este miedo en muchos aspectos. Algunos pacientes solicitan de un modo constante la atención del personal de enfermería. Aunque sean capaces de desempeñar muchas funciones por sí mismo, simplemente buscan la seguridad de saber que alguien está a su lado. Algunos pacientes expresan su soledad volviéndose

hostiles con el personal de enfermería o con la familia. Se puede ayudar a la familia explicándole esta reacción. El personal de enfermería y la familia necesitan ser comprensivos y aceptar este tipo de comportamiento hostil.

El acto de morir es una experiencia individual. Cada uno de nosotros debemos afrontarla solos. La relación con otras personas que estén sanas puede ayudar a que se disipe el miedo ante el hecho de morir. Aunque también nos recuerde todo lo que dejamos atrás. Algunas personas desean relacionarse con los demás para olvidar sus temores, mientras que otras lo evitan para reducir la angustia. Una vez más, cada persona adopta una actitud individual ante la muerte.






Miedo al sin sentido


El miedo de que la vida haya carecido de sentido se manifiesta más en las personas mayores. Si los ancianos obtienen pocos logros y consideran su vida actual improductiva, puede que rememoren continuamente experiencias del pasado que justifiquen su independencia y capacidad productiva. Los ancianos que están en el trance de morir pueden pasar muchas de sus últimas horas rememorando el pasado. Buter (1974) señaló que esta revisión de la vida responde a un deseo de reconciliar el pasado con el presente, de modo que la vida pueda seguir evolucionando y cambiando hasta el final. Indicó que este proceso mental permite al anciano adaptarse a las nuevas circunstancias de la fase final de la vida. Para la persona a punto de morir, esta revisión de la vida la ayuda a reconciliarse con los conflictos y fracasos del pasado y le otorga un sentido a su vida. Además, recordar el pasado puede proporcionar simplemente una sensación placentera. Un recuerdo agradable puede servir de tranquilizante y, a su vez, aliviar la tensión y la angustia.



Fuente:
J. Nieto Munnuera, B. Lior Esteban, D. Barcia Salorio M. del Cerno Oñate, "Miedo y ansiedad ante la muerte de ancianos" (Estudio preliminar de D.A.S. de Templer), Geriátrika, vol. 9 (3), 92, 1992, págs. 17-23.

Crisis de convivencia en la pareja adulta mayor

Crisis de convivencia en la pareja adulta mayor

Se entiende por crisis a una fase peligrosa en la vida de las personas del cual se pueden obtener resultados negativos o perjudiciales, y en lo opuesto, algo positivo que ayude a cambiar o solucionar el problema.

Según Caplan, la crisis es una perturbación de una situación estable que se caracteriza porque sobreviene de forma repentina o inesperada, provocada por un acontecimiento estresante o precipitante, afectando a una persona o grupo que hasta entonces tenía un adecuado nivel de funcionamiento, de manera que provoca un desequilibrio.

Es natural que en la convivencia de pareja se produzcan momentos de crisis en ellos, algunos factibles de sobrellevar, y otros que terminen en ruptura si no se resuelve oportunamente el motivo que lo desencadenó.

En las parejas adultas mayores pueden presentarse una serie de circunstancias en la relación que agudicen el problema. Una de las principales causas es cuando llega el momento de la jubilación, que les hará pasar más tiempo en casa, debiendo elaborar nuevas reglas de convivencia. Aquí pueden presentarse estados de depresión y melancolía ante el solo hecho de ingresar a una nueva etapa en su vida, donde piensa que ya no es útil para los demás.

También está el miedo ante lo que le pueda deparar el futuro. La posibilidad de situarse laboralmente será más difícil debido al factor edad. Los hijos crecerán y también harán su propia vida. Se convertirán en abuelos, y una nueva esperanza surgirá en ellos de dedicar a los nietos la mayor parte de su tiempo.

En esta etapa adulta mayor, la pareja se une más estrechamente, dependiendo uno del otro; pero que a su vez puede crear nuevos problemas, pues cada uno intentará hacer al otro dependiente y, al mismo tiempo, querer mantener su propia independencia.

Por otro lado, algunos matrimonios esperarán esta etapa, pues les permitirá tener más tiempo para ellos mismos y para la relación de pareja. Igualmente tendrán más tiempo para apoyar o ayudar a sus hijos en su rol como padres. La llegada de los nietos es, en cierta forma, una compensación ante la partida del hijo del hogar, que se marchó para casarse.

Debido al avance propio de la edad, se presentarán problemas de salud, entre ellos el cáncer, la diabetes, artrosis, reumatismo, enfermedad del Alzheimer, mal de Parkinson, arterosclerosis, discapacidad motora o visual, entre otros. Esto puede ser motivo de conflictos en la pareja y en la familia misma.

Cuando el hombre adulto mayor enviuda, suele quedar desvalido, y no es raro que busque una nueva pareja que lo cuide. Esta mujer puede ser vista por los hijos y el resto de la familia como una intrusa, sobre todo en lo que concierne al patrimonio familiar. En el caso de la mujer que enviuda, una vez que ha superado la etapa del duelo, puede sentirse libre y con una independencia que antes, quizás, no tenía.

Llega también un momento en que los hijos suelen hacerse cargo de sus padres mayores, sobre todo cuando ya no pueden valerse por sí mismos. Aquí pueden surgir momentos importantes de crisis, debido a la tensión que ello pueda conllevar, como padres más dependientes y exigentes de los hijos; y en el caso de los hijos volverse excesivamente críticos con sus progenitores o demasiado paternalistas.

Fuente : RPP Noticias.

Los abuelos influyen directamente en la posición social de sus nietos


La posición social de los niños en el sistema de clases de Gran Bretaña está directamente vinculada a la de sus abuelos, y no sólo a la de sus padres, según un informe de sociólogos británicos.
Los expertos de las universidades de Oxford y Durham, ambas en Inglaterra, concluyeron que aunque los padres hayan caído en la "escala social", el llamado "efecto de los abuelos" los ayuda a subir y mejorar socialmente.
Los investigadores estiman que la herencia de bienes y propiedades es un factor clave en esta tendencia. Los sociólogos británicos analizaron la información y estatus personal de unas 17.000 personas.
El estudio, publicado en la revista especializada American Sociological Review, involucró a personas nacidas en 1946, 1958 y 1970 en el Reino Unido.
Destacó que entre los hombres con ambos padres y abuelos de grupos socioeconómicos elevados, un 80% mantuvo esas posiciones cuando fueron adultos.
Pero entre los hombres cuyos padres ascendieron socialmente, sólo el 61% permanecieron en el grupo social donde nacieron.
En el caso de las mujeres, el "efecto de los abuelos" fue menos fuerte, según los investigadores, con un 66% de las féminas que nacieron en grupos socio-económicos sólidos lograrse mantenerse en ese grupo de adultas. Entre las mujeres cuyos padres ascendieron en la "escalera social", un 51% permanecieron ese grupo.
Y cuando los abuelos provenían de una clase social elevada, y sus hijos cayeron de esa clase, el "efecto de los abuelos" fue mayor "empujando al nieto nuevamente a las altas esferas socio-económicas".
"En esos casos, pudimos registrar un mayor nivel de movilidad social, como si la clase de los abuelos corrigiera los errores de movilidad de los padres", agregaron.
El encargado de la investigación, el sociólogo Tak Wing Chan, de la Universidad de Oxford, afirmó que el efecto de los abuelos en materia de movilidad social "opera en toda la sociedad y no se restringe a las altas esferas del sistema de clases sociales en Gran Bretaña".
"Funcionaría a partir de una serie de canales incluidos la herencia de bienes y propiedad, fondos de inversión dentro de la familia, segregación en el lugar donde se elije vivir y otros procesos demográficos", agregó.
El estudio concluyó que los abuelos "tienen un efecto substancial en el lugar donde sus nietos terminarán en el sistema de clase británico".
Un reciente estudio encargado por la BBC concluyó que existen ahora siete nuevas clases sociales en el Reino Unido, en lugar de las tradicionales clase trabajadora, clase media y clase alta.
El modelo de la Asociación Sociológica Británica incluye siete categorías que van desde la élite hasta lo que los investigadores llaman el "precariato" -una combinación de "proletariado precario"- que incluirá a los más pobres y con más privaciones en el país.
De acuerdo a los sociólogos investigadores, las tres clases tradicionales son anticuadas, y sólo el 39% de la población en el país puede incluirse en ellas.
Las nuevas clases sociales del Reino Unido son: élite, clase media establecida, clase media técnica, nuevos trabajadores pudientes, clase trabajadora tradicional, trabajadores emergentes de servicio y precariato.
Aunque históricamente las clases sociales se definían por la ocupación, riqueza y educación de un individuo, este estudio argumenta que estas categorías son demasiado simplistas y sugiere que la clase social tiene tres dimensiones: económica, social y cultural.
Para el nuevo modelo los investigadores midieron capital económico: ingresos, ahorros y valor de las casas, y capital social: el número, empleo y estatus social de las personas que el individuo conoce.
Además, se evaluó el capital cultural, definido como la extensión y naturaleza de los intereses y actividades culturales.
 
Fuente: American Sociological Review