El olfato, el gusto y el tacto también son
sentidos que resultan esenciales para vivir y adaptarse a un entorno que cambia
constantemente y contribuyen a medir, apreciar y disfrutar del mundo en que
vivimos. También nos ayudan a protegernos de lesiones y comunicarnos.
Estos sentidos se alteran en la edad
avanzada, debido al envejecimiento así como a múltiples factores. Las causas
más frecuentes en la alteración del olfato son las infecciones, respiratorias
altas de origen viral, enfermedades de los senos nasales, traumatismos
craneales y algunas enfermedades neurológicas.
El gusto se ve afectado por la enfermedad
periodontal, la gingivitis, la pérdida de dientes, las dentaduras postizas, los
medicamentos y el exceso de tabaco.
En cuanto al tacto, las alteraciones se
relacionan con neuropatías a consecuencias de una lesión, con el deterioro
circulatorio y con enfermedades localizadas en la piel.
RESPECTO A LOS CAMIIOS NORMALES EN EL
OLFATO, EL GUSTO Y EL TACTO debemos considerar:
- En cuanto
al olfato, ocurre una disminución de la capacidad de percibir los olores debido
a una atrofia de las fibras olfatorias por el envejecimiento.
En general la
identificación de los olores disminuye gradualmente después de los 70 años,
especialmente los de concentraciones bajas. Los fumadores tienen menor capacidad
para identificar los olores.
-
En sentido
del gusto, se considera que las papilas gustativas comienzan a reducirse a
partir de la mitad de la vida (40 a 60 años), aunque llega a ser notable la disminución
después de los 60 años. Existe disminución para disfrutar los alimentos, exceso
de consumo de sal y azúcar, con riesgo de malnutrición.
- Referente
al tacto, existe disminución de la capacidad de los receptores del tacto y de
la sensibilidad de la piel, palma de las manos y otras áreas de poco vello.
Esto trae como
consecuencia menor facultad para reconocer objetos de textura lisa y áspera;
por lo que están expuestos a heridas en la piel y el dolor puede estar
disminuido. Tienen dificultad para diferenciar y sentir los cambios de temperatura.
Los cambios en
el olfato, el gusto y el tacto no solo traen repercusiones físicas sino que de
éstos resultan implicancias psicológicas y sociales con efectos perjudiciales
para el modo de vida.
Los adultos
mayores presentan el riesgo de accidentes en cuanto a los sentidos del olfato y
el gusto. No son capaces de distinguir las señales de alarma presentes en su
entorno, tales como el humo de un incendio, un escape de gas o una comida en
mal estado. Esto les causa ansiedad y temor, sobre todo a los que viven solos.
Otra consecuencia es la falta de interés o motivación de una buena nutrición.
Puede haber un
consumo de alimentos excesivamente sazonados, salados o muy dulces, lo cual
tiene consecuencias graves especialmente, para los que tienen dieta por alguna
enfermedad. Algunos no perciben un olor desagradable de casa o de su cuerpo y
pueden verse afectadas las relaciones familiares pensando que el adulto mayor
es descuidado en su aseo personal o no le importa oler mal.
Las
alteraciones del tacto generalmente producen torpeza, suelen tirar o romper los
objetos, afectando sus sentimientos de habilidad y competencia, así como, su
autoestima. Tienen mayor probabilidad de accidentes porque estas alteraciones
repercuten en el andar o en la movilidad. La disminución de la sensibilidad los
pone en riesgo de sufrir daños peligrosos como las quemaduras.
Por no sentir
el dolor, dado que los sistemas sensoriales se vuelven menos eficaces, los
adultos mayores presentan la necesidad de aumentar sus interacciones
ambientales, personales y sociales a través del tacto, pero teniendo en cuenta
su modelo de vida y la procedencia cultural.
-Autocuidado de la salud para el adulto mayor
-Cartilla 3 "Autocuidado de los sentidos en las personas adultas mayores"
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