sábado, 23 de marzo de 2013

El adulto mayor a lo largo del tiempo


El envejecimiento es un fenómeno que afecta a todos los seres vivos, a nosotros mismos, como consecuencia de la interacción de la genética del individuo y su ambiente, ninguna persona puede evitar esta etapa de la vida, pero sí puede evitar que el miedo o la apatía interfieran con el desarrollo de un envejecimiento saludable y armónico.

Al pensar en el envejecimiento lo primero que se puede venir a la mente son las enfermedades, la dependencia, la soledad, a esto se le agrega una sociedad poco preocupada con este sector de la población y peor aún si no cuentan con los recursos económicos para tener una calidad de vida aceptable.

La vejez es el destino final de todo ser humano por tanto lo que hagamos por este sector de la población significara un trabajo para nosotros mismos.


La sociedad está integrada por individuos que han nacido en momentos diferentes. Estos individuos pueden ser clasificados desde una perspectiva ajena atendiendo a una multitud de categorías que suelen ser más relevantes para el observador que para los propios observados.
En las sociedades desarrolladas, el avance de las técnicas estadísticas y las exigencias de la planificación económica han llevado a un detallado conocimiento de la estructura de edades de la población. Con la creciente importancia de las grandes y múltiples organizaciones y la continua intervención del Estado en la vida social.
No es igual la ancianidad en la época pre-industrial que en post-industrialismo, la marginación de la ancianidad se puede registrar, como actitud, en prácticamente todos los contextos sociales, ya que en todos los pueblos las realidades biológicas son las mismas y a pesar de los diferentes valores culturales.

Todo grupo humano tiende a vivir, exalta el vigor y la fecundidad y huye de la vejez y la esterilidad, aun así la ancianidad más que un fenómeno fisiológico es un fenómeno social. Ser anciano es ser reconocido como tal por el grupo social del que forman parte, pudiendo ocurrir que la edad social del individuo no tenga nada que ver con su edad cronológica.

En algunas sociedades los ancianos son marginados explícitamente y en otros contextos culturales se hace de forma indirecta o negativa. En nuestra sociedad actual se aleja la vejez en el sentido de no aceptarla, bajo ningún pretexto ya sea tiñéndose el cabello, con la cirugía estética, etc.

Para lograr entender cómo se desarrolló la vejez a lo largo de la historia se debe comprender en primera instancia los cambios en cuanto a la sociedad a través del tiempo.

En un principio las sociedades fueron primitivas, nómadas de pueblos cazadores y recolectores, posteriormente se transformó en sociedades agrícolas y ganaderas sedentarias para finalmente ser industrializadas.

La ancianidad en las sociedades primitivas nómadas de pueblos cazadores y recolectores, estos pueblos mantenían un sistema de subsistencia basado en la simple caza, recolección y pesca, con unas condiciones de vida muy precarias, en las cuales los ancianos se mantenían integrados en colectividad, en la misma medida en que no hacen peligrar la subsistencia del grupo. Los ancianos apenas alcanzan el 3% de la población.

En estas colectividades los ancianos tienen un rol social bien definido, cumplen pequeños trabajos hasta que sus escasas fuerzas se lo permiten, tales como cuidar de los niños o preparar algún alimento. Sin embargo la función más específica e importante es de tipo simbólico- cultural. Teniendo en cuenta que se trata de pueblos sin escritura, es la experiencia directa la única forma de acumular saberes, y es toda la colectividad la que precisa de tales conocimientos acumulados y recordados por los ancianos.

En este tipo de sociedades, los ancianos no son abandonados por su familia, salvo para dejarlos morir si es que ellos lo deciden así, pero tampoco ocupan un rol dominante en la estructura familiar. En estos sistemas sociales la estructura fundamental de la organización familiar es una relación horizontal entre hermanos.

La ancianidad en las sociedades agrícolas y ganaderas sedentarias; en estos pueblos la estructura social es más compleja, la capacidad de acumulación de bienes de consumo y alimentos es mayor que en las comunidades primitivas nómadas, y el rol del anciano sobre todo del hombre, suele ser un rol social dominante.

Los ancianos desempeñan faenas específicas que se ajustan a sus posibilidades, ayudando así a la supervivencia del grupo, pero lo que les permite jugar un rol importante en la sociedad es que los ancianos son depositarios de las tradiciones y hacen valer tales conocimientos, son archivos vivientes.

A diferencia de los pueblos cazadores y recolectores, los ancianos en las sociedades sedentarias son los que detentan el poder político debido a las victorias que han ido acumulando a lo largo de su vida, reconociéndoles un prestigio político que hace de ellos grandes hombres, figuras venerables de forma natural.

Así las personas de edad en estas sociedades, sobre todo los hombres, es muy frecuente que acumulen todos los roles de poder social, político, económico, familiar y ritual.

La sociedades industrializadas y la ancianidad, en estas complejas sociedades los ancianos están aislados del resto del grupo, aunque no siempre de forma explícita, según lo expresa Josep M. Fericgla : “En nuestra sociedad industrializada el elemento integrador por excelencia es el trabajo del cual emana el prestigio social y de los grupos de pertenencia y otros referentes básicos para la vida y la identidad de cada persona. Por tanto el individuo que no trabaja vive en una especie de estado social liminar en el que no disfruta de una identidad ni de un prestigio propio”

Los ancianos se encuentran en este módulo de individuos de segundo orden, al que acceden automáticamente a partir de la edad de 65 años, independientemente del estado físico y psíquico de las personas, ya que la sociedad les priva de la posibilidad de trabajar, y tan solo algunos individuos profesionalmente liberales pueden escaparse a la ley general.

El rol que ocupan los ancianos en el interior de la estructura familiar, es un papel marginal y en un sentido amplio, podría decir que es una variación más compleja y anómala en ella misma, de la actitud que tienen hacia la vejez los pueblos cazadores- recolectores, prácticamente sin poder alguno y como si se tratara de un individuo del cual se espera que moleste lo menos posible
Fuente:
Pedro Sanches Vera, La sociedad y la Población Anciana

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