domingo, 2 de junio de 2013

La homosexualidad y la vejez

La Homosexualidad en los ancianos y ancianas se manifiesta como una realidad silenciada y difícil, escasa en la literatura especializada y poco estudiada. En la bibliografía consultada no se encontró reporte de investigaciones sobre homosexualidad y ancianidad en Cuba. 

 

¿Qué es la homosexualidad?

 El término homosexual fue utilizado por primera vez en 1869 por Benkert en Alemania y Hungría y curiosamente fue un traductor quien lo introdujo en la lengua inglesa en 1892 al traducir a ese idioma un texto alemán de Psiquiatría. Con rapidez desplazó a otras denominaciones como: amor griego, pederastia, sodomia, uranismo e inversión sexual. Homo u Homeo son formas prefijas del griego homoios y quieren decir: semejante, igual, del mismo significado, de ahí que se consideren homosexuales a los individuos cuyas preferencias y orientación del placer erótico-sexual están dirigidos a personas de su mismo sexo durante un tiempo significativo. Es oportuno recordar la expresión inglesa gay, que se utiliza tanto en el lenguaje coloquial como académico para nombrar la homosexualidad masculina. Este término es preferido por los homosexuales por estar exento de la idea de enfermedad y por significar una ideología, un estilo de vida, una posición y digna ante la comunidad y la sociedad. Las mujeres gay se denominan comúnmente y aún en la literatura académica, lesbianas. La profundidad actual sobre el origen de la homosexualidad es insuficiente por lo que se omiten consideraciones al respecto. 

 En diversas civilizaciones y momentos de la historia la homosexualidad se ha considerado como: Un don, un periodo juvenil del desarrollo, un pecado, una debilidad moral y un vicio, una desviación ideológica, un delito que puede justificar la reclusión o la pena de muerte, una perversión sexual enfermiza, o como un estado minoritario variante de la normalidad. 

En la época victoriana, Krafft Ebing, pionero de la Sexología, y portador de los conceptos moralistas de su tiempo, postuló que cualquier conducta sexual que se apartara de la simple realización del coito en el marco del matrimonio, sin otros juegos o estimulaciones sexuales que modificaran este rígido patrón entre la pareja heterosexual, debía ser considerada como patológica y causa de las mas profundas aberraciones y trastornos mentales, entre las que se incluían el homosexualismo y la masturbación. 

 

Si bien varios autores clásicos de la sexología de este siglo, como Kinsey y Masters y Jonson, entre otros, demostraron a través de largas investigaciones que tanto estas como otras manifestaciones de la vida sexual son inocuas y, en muchas personas, necesarias para su realización plena, aún continúan siendo el centro de debate y la preocupación de muchos, aunque a otros les parezcan pasadas de moda. 

 La orientación sexoerótica (hacia quién se dirige el deseo, la atracción, el impulso, los pensamientos e intereses sexuales) distingue tres dimensiones o categorías a saber: heterosexuales, bisexuales y homosexuales. Son múltiples los factores que condicionan esta orientación y van desde los genéticos hasta los psicológicos o sociales, y rigen la selección de la pareja sexual.

 La heterosexualidad ha sido y es la pauta del comportamiento sexual predominante y esta orientada hacia individuos del otro sexo. La persona bisexual tiene la capacidad de responder sexualmente y mostrar atracción e interés por sujetos de uno u otro sexo con un gradiente muy notable de alternancia y equivalencia. Las personas homosexuales dirigen sus preferencias, necesidades y sentimientos sexoeróticos de forma sostenida y resuelta hacia personas de su mismo sexo. Todas estas formas de orientación sexual constituyen una impronta esencial y vital para sus portadores.

 Uno de los logros más significativos de la liberación sexual de los años sesenta es que se pueda discutir y analizar el tema de la homosexualidad con libertad, sin temor a la represión social. Durante poco más de veinte siglos los homosexuales fueron uno de los grupos humanos más sometidos a la marginación, al maltrato, a la tortura y, lamentablemente, a diversas tentativas de tratamientos que muchas veces causaron más problemas que soluciones. 

 La homosexualidad no es una rareza sexual  ni una perversión o una desviación sino una condición humana cuya prevalencia varía entre un 2 y un 10 % de la población total, aceptándose que el grupo de las lesbianas oscila entre un 2 y un 4% de las mujeres, y los homosexuales masculinos entre un 4 y un 10% de los varones. Son por lo tanto, un grupo con gran representatividad en el mundo, que merece toda la atención y respeto. 

 En Sexología se describen condiciones que algunos autores denominan pseudohomosexualidad o falsas homosexualidades como: las prácticas homosexuales transitorias del niño y el adolescente, los conflictos homosexuales del hombre heterosexual, la bisexualidad, el afeminamiento de algunos varones heterosexuales o las masculinización de algunas mujeres homosexuales, el travestismo, el transexualismo, las absurdas ideas obsesivas con temas homosexuales y las ideas delirantes esquizofrénicas de contenido homosexual. 

 

Fuente: "La sexualidad en el atardecer de la vida”

Autor: Regino Rodríguez Boti- Especialista en Psiquiatría : Máster en Sexología.


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